31/3/14

¿sexploitation de arte y ensayo?

En el último año se han estrenado varias películas notablemente sexuales, incluso hipersexuales, o hiperrealistas que me están sorprendiendo, aunque no convenciendo.

En especial pienso en "La vida de Adèle" (2013), del franco-tunecino Abdellatif Kechiche, "Nymphomaniac" (2013) del danés Lars Von Trier, y un poco al margen se salva en mi opinión "Jeune et Jolie" (2013) del francés François Ozon, que entra aquí de refilón.

Lo que más me sorprende es que se trata de directores celebrados críticamente, que se supone realizan cine de autor, progresista, avanzado, innovador y cosas por el estilo, pero me da la sensación de que con la coartada del arte lo que hacen es una sexploitation de arte y ensayo, concepto que quizá se podría también aplicar a la sobreexposición de "Una habitación en Roma" (2010) del español Julio Medem.

Estos directores parece que, con el prestigio crítico y la posición lograda en la industria, han decidido apostar fuerte, o de manera efectista, la carta del sexo. Hasta aquí, todo va bien, y me parece genial, pero vayamos por partes.

Empiezo, de mejor a peor, por "Jeune et jolie", esta película me parece mejor que otras del director, que me dejan un poco indiferente, como entretenimientos más o menos interesantes y habilidosos, pero finalmente poco logrados. Su argumento, lo voy a contar en gran parte, gira en torno a una chica menor de edad, "joven y bonita", que va descubriendo la sexualidad, pero una vez pierde la virginidad, a pesar de la situación acomodada de su vida familiar, sigue los pasos de la "Belle de jour" de Buñuel, y se adentra en la prostitución, por voluntad propia. El planteamiento invita a la reflexión, las escenas no son ni pacatas ni hiperrealistas, y en líneas generales me parece un film bastante logrado, aunque lógicamente controvertido, en tiempos en que la mayoría de edad se adecúa poco a la hipersexualidad contemporánea, el acceso cibernético a contenidos altamente sexuales y demás caras y aristas del complejo poliedro sexual de nuestros días.






Por otra parte, "La vida de Adèle", muy celebrada en Cannes, es un film de tres horas, que se destaca por una larga secuencia hiperrealista, lésbica, que corona simbólicamente su primera parte, diametralmente opuesta a la segunda. El film me parece sobrevalorado y descompensado, pero en especial no le encuentro justificación narrativa alguna a la excitante escena, del modo en que la filma, y con la extensión que la coloca en el film, hasta el punto de que parece voyeurismo sin más, y una especie de sexploitation en aras de una historia, y esas cosas, que me parecen excusas para desnudar a dos actrices y mostrarlas, además sin talento alguno en mi opinión sino de manera harto efectista, en una situación abiertamente sexual. En la película se usaron prótesis vaginales en las imágenes de sexo oral, y da el pego, pero me parece menos relevante la cuestión de la autenticidad, documental, o artificio cinematográfico, lo que me parece notable es la pretensión y la voluntad de mostrar un hiperrealismo tan elevado. ¿A qué se debe? ¿Es necesario para la narrativa del film o supone una isla en la narrativa, una unidad perfectamente prescindible pero que aporta un plus de comercialidad, porque el sexo vende? La escena, dado su énfasis, extensión, o es necesaria para la película o es un truco más, un truco sexploitation incluído en una película de autor. Es lo que me parece, no me da la sensación de que esté abriendo las puertas a alguna expresión legítima de la sexualidad, sino que usa una historia, lésbica en vez de gay, como coartada para mostrar carne y más carne de jovencita. Que sí, que ver cuerpos femeninos puede ser de lo más agradable, pero me parece sibilino y algo cobarde pretender que se tome por artista al simple voyeur. Me parece legítimo el cine sexual, y el cine erótico también, claro, pero creo que en el cine convencional el uso del sexo debe ser relevante, en consonancia con el film, imprescindible, como encuentro que sucede en "El imperio de los sentidos", o degenera en mera sexploitation con ínfulas, cosa que me parece horrorosa, una estafa cultural y quizá una explotación sibilina de las actrices. En realidad, quizá se vaya imponiendo una vuelta a ese, parecía que pasado "some nudity required", en tiempos que parecían de total liberación sexual y avance femenino, ¿quién se llevará los papeles si esto se generaliza?. Bueno, la cuestión es delicada, pero ¿es un avance tal hiperrealismo además con una historia centrada en chicas jóvenes, o algún que otro director se ha dado cuenta de que se puede exigir más entrega carnal de actrices cuanto más jóvenes mejor, que pondrán menos pegas a las demandas físicas bajo los focos? Lo pregunto, porque empiezo ya a malpensar.




Y para terminar, aunque haciéndolo corto, "Nymphomaniac" (2013), del danés Lars Von Trier, se divide en dos partes, abreviando el conjunto (por llamarlo de alguna manera) a tan sólo 4 horas, a la espera (para quien la espere) de su versión "íntegra" (valga el chiste) de unas 5 horas, con escenas más explícitas en las que por lo visto se han usado dobles de cuerpo y en ocasiones órganos genitales generados-añadidos por ordenador. ¿Cómo consiente Lars Von Trier en no epatar a la burguesía lo suficiente con una versión de 4 horas dividida en dos partes, la primera estrenada el día de navidad, por aquello de coronarse como el anticristo o similar? Sin embargo, al meollo, la película recorre con una pretenciosidad alarmante la hipersexualidad de una ninfómana, ¿vendiendo porno disfrazado de arte y ensayo?. El danés se pretende enfant terrible y ha montado un circo haciendo pasar su pseudo-porno de arte y ensayo, culminando por lo visto su trilogía de la depresión, con metáforas, feísmos, esteticismos y todo tipo de efectismos, por lo más de lo más. Su campaña mercadotécnica, parece ser el colmo de lo cool contemporáneo, qué subversivo es el hombre, persona non grata en Cannes, otros que tal bailan, por cierto.Y no comento el final, mejor así, entre la broma cósmica y la pura lógica paradójica, o así. Quizá, sin más, abundando en el afrancesamiento del nórdico, se puede resumir en una palabra que según avanza la RAE es tan sólo una intervención pretendidamente ingeniosa, destinada por lo común a impresionar, una boutade.




"La vida de Adèle" y "Nymphomaniac" (a veces presentada como "Nymph()maniac") me parecen, además de películas sobrevaloradas, casos evidentes de que hay una sobreexposición y se está mercantilizando el sexo en una especie de "sexploitation de arte y ensayo", pedante, artificiosa y finalmente banal y frívola. También habrá quien crea que los tiempos están cambiando y ya estamos maduros para estas obras autocomplacientes, "porque yo lo valgo", de autor, con la coartada del arte, reinvención del lenguaje cinematográfico o similar. Pero quizá, más que nada, algunos estamos aburridos de quienes parecen confundir revolcón con revolución, y mercadotecnia con arte. El cine no necesita rebeliones sino revelaciones, pero el sexo vende.


Por otra parte, también he visto "El desconocido del lago" (2013) de Alain Guiraudie, que revela sin tapujos la sexualidad gay con bastante frescura en un entorno natural, que justifica holgadamente en su narrativa cierta explicitud y apenas he podido con la desaforada "Moebius" (2013) de Kim Ki-Duk, y la trilogía "Paraíso" (2012-3) del austríaco Ulrich Siedl, con su mujer madura de excursión por el capitalista turismo sexual, aunque sí me interesaron en su día las incursiones en la poco comentada sexualidad en la tercera edad "En el séptimo cielo" (2008) del alemán Andreas Dresen y "The mother" (2003) del sudafricano-británico Roger Mitchell. Pero, volviendo a lo positivo, más allá de los films ya señalados antes, que me parecen sobrevalorados, "El desconocido del lago" y el de Ozon me parecen aportaciones mucho más interesantes para el erotismo actual, en especial me ha interesado "Jeune et jolie", que sin tanto bombo lo cierto es que supone un recorrido de iniciación y exploración sexual que no recurre a lo explícito pero revela un caudal erótico más que sugerente. En el erotismo, como en casi todo, a veces mucho es demasiado y menos es más.





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